La gran difusión del retrato desde la época antigua, sobre todo durante el Helenismo y en Roma republicana, testimonia la voluntad desde siempre insita en el hombre de dejar una marca de su paso, de vencer el pasar inexorable del tiempo creando una especie de sí inmortal. Si durante la Edad Media el dominio de la religión en cada aspecto de la vida había llevado a una desvaluación del hombre como individuo en sí mismo y, por lo tanto, a una práctica poco difusa de su representación realista, es el Renacimiento que sienta las bases para un nuevo desarrollo de la retratística que en el tiempo elevará la dignidad ...